Bienvenidos a mi blog

Me desnudo para ti, por ser también un adoquín del sendero que transito

miércoles, noviembre 30, 2011


Sin espejos

Aquí estamos, mirando al vacío sin espejos.
Dónde mirar o mirarnos, reconocernos
en enigmas y cicatrices estampadas en las huellas
si la historia de revelaciones, es historia de enrojecidos silencios y
un corazón oceánico es el único pasado que poseemos.
Cómo era la tierra de casa hace milenios, cuál era el sendero del agua,
o el prometido rito de la lluvia o el rito de las aromadas siembras,
cómo la eternidad en la canción de los ancestros…
Son tantos duelos incumplidos, tantos huesos sin su entierro…
Cómo darle fin a las instancias, si no lo permitieron;
cómo sentir el cielo de una identidad que aun es incierta
en esta tierra nuestra, pero con pasado ajeno.
Migraciones obligadas en la lengua,
y nuestra lengua enredada entre mil lenguas
y tantos huesos y cenizas en la espalda
ya cansada de ensombrecidas respuestas…

Ahora los faraones remueven las arenas,
almas de antiguas africanas en algún puerto
esperan el reconocimiento de los hijos de sus hijos
o de los nietos de sus nietos.

Se eleva la voz de los ancestros, de aquellos que también
obligados, en barcos vinieron;
irreversibles vientres desarraigados,

mágicas águilas invisibles, que se reconstruyen sin relato,
sin fotografías y sin cuentos, esperando que el viento desempolve
sus historias desde la errante tiniebla.

Aquí estamos esperando.
También estamos esperando.

viernes, noviembre 04, 2011


Texto II


Si vinieras vestido de fiesta,
cuello blanco y galera:
te amaría igual, aunque siguieras de antifaz
y no me hablaras nunca
y nunca me tocaras,
te amaría igual, aun con antifaz.
Y si vinieras vestido de harapos,
triste, solitario,
y perdido
te amaría igual encriptado en niebla de cristales,
encerrada en códigos de complejos escondites
que zumban como abejas,…
Te amaría igual
aunque vinieras invisible, ausente como siempre
Y dejaras que me envuelva en tus abrazos.
Set.2009
"...Y no soy yo que sufre sino el otro
el mismo mono milenario
que se refleja en el espejo y llora..."
Jorge Eduardo Eielson


No aprendimos nada, ni aprenderemos...
En esta sucesión incansable de fotocopiarnos una y mil veces
al ponernos el mismo saco viejo y esconder los agujeros
con retoricas nubes de papel y polietileno.
Sufres vestida de marrones mortuorios, secando tus tibias humedades, mientras el verde ya no es verde y el azul, se vuelve humo radioactivo.
Tampoco el espejo existe, donde poder orear unas lágrimas,
digo, un espejo que lleve el alma en sus aguas cristalinas
y la purifique.
RETIRO HONESTO



Pensándolo bien, me siento agotada.

Son, estas grietas cansadas de mi cuerpo
que ya no resisten la erosión de tus andariegas manos,
ni el viento huracanado cuando besas, como tormenta que arrecia, los abismos de la luna.

Si bien, cada susurro es sol que vuelve savia la sabiduría de mis huesos, siento el cansancio agotador de amar hasta los días náufragos de tus ojeras y tu fracasado peregrinaje del sueño a la vigilia.

De cualquier forma, me siento cansada, agotada de amarte entre los números romanos del reloj francés.

Tal vez, algún día, andes por ahí,
mientras viene el invierno, saboreando este otoño.

Tal vez, algún día, andes por ahí, mientras mis páginas inician,
un retiro honesto.

Año 2004
Orejas de Gigante



Lo he visto disperso.
Sé que usa un antifaz redondo, con orejas de gigante. Presiento sus raíces llenas de nopal y agua de Jamaica, roja, coral derramado en cada agite, en cada palabra. Suelto como un ave más allá de sus plumas, un súper héroe, sonriendo , lejos de la malevolencia de la tribuna . Viene zarandeando su cabeza, llena de mariposas coloridas, oliendo pieles, cuerpos, rostros intangibles con hedor a naftalina y mentol, con padecimientos estancados en recetas ciegas. Sin ojos que ver, sin oídos que escuchar, ni la ostia dominguera que darle al perdón, en esta ciudad evanescente y metálica que devora ilusiones y dudosos cafés compartidos en solitario. En tinieblas, antes de dormir, entibiado por el cuerpo de alguna esperanza, liviano como alguna de sus plumas perdidas, sueña, con una presencia adulterada por memorias en huelga. Así, el pretexto culminante condensa con frenesí, la caída del antifaz, sobre las orejas de gigante empapadas de un sueño merecido. Y me enamora entre bullicios ajenos, entre fantasmas cenicientos de signos, entre los márgenes de una marginal vida de cristal que comienzo a descubrir.