Museo de un hombre
Aquí yacen insepultas, las palabras del hombre cangrejo.
Palabras que día a día carcome el herrumbre, en sus zapatos color ratón.
Yacen, coleteando como bagres de orilla atravesadas por doce candados.
Hoy le queda poco.
Cada vez más vacía de letras, disueltas
en carruajes llenos de calabazas y encajes blancos, disueltas,
en la perfecta indecencia de besos humedecidos
en papeles acolchados.
Aquí yacen, sin morir
en la guarida
de mi sombra.
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