Los días son como
añejos cementerios de arboles.
De niña estuve en sus troncos aromados de vida,
creyendo en sus hojas verdes,
sin saber que morían,
creyendo,
en la perpetuidad de
su agónica sombra.
Hoy, sobre esqueletos camino,
y debo respirar para vivir
comer, dormir, sobrevivir
sin sentir su abrazo de gigantes;
bailar sola
en un bosque de rocas grises.
El sol no asiste con rayos tibios
a este gélido ocaso
ni la tierra, hoy con flores, despierta de la profunda tristeza
de su cobijo ausente.
Una especie de vació se sumerge profundo, en la noche sin luciérnagas
desperdiciado horror en el desierto de almas.
Me costo entender esa muerte, ese profundo silencio que pernocta
entre las sombras que parecieran alegres y danzan...
Renuncio a las lluvias, a leer su mensaje...
y renuncio a esta sintomática guerra que esgrimo
buscando un nuevo nido, otro pequeño bosque
que nos contenga.
Fotografía de Brunito - www.flickr.com
1 comentario:
Delicioso, me gusto leer estas extraordinarias letras!
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